Como madrileña de adopción hay que hacer las cosas bien, y decidimos cumplir todos los requisitos: 1 de agosto, carretera hacia Benidorm.
Hemos disfrutado de nuestra semanita playera y descubierto lugares que, muy probablemente, volvamos a visitar.
Aquí mi top ten de Benidorm:
1. Recorrer a nado la Playa Pequeña y bucear viendo los bancos de peces pulular tranquilos entre los bañistas.
2. Comer un arroz a banda en el Aitona. Otro clásico que tiene la fama merecida. Con sus gambas y sus chopitos, es uno de los mejores arroces que recuerdo. Y las cervezas ultracongeladas que nos sirvieron, de espectáculo.
3. Hacer una ruta de pinchos por el centro. Hay un montón de bares, pero me quedo con La Cava Aragonesa.
4. Saborear un yogur helado paseando por la playa de Levante de noche, hundiendo los pies en la arena refrescante (por la que horas antes tenías que ir de puntillas para no acabar con las plantas de los pies con quemaduras de tercer grado) y mientras a unos metros la fiesta comienza en las discotecas KM, Penélope y similares.
5. Las croquetas de El Rincón de Ruzafa. Que te pongan una caña y una croqueta de huevo frito por dos euros.
6. Escapar a Altea, recorrer su casco antiguo de casas encaladas con una panorámica de mar y montaña que quita el hipo, para bajar después y darte un refrescante baño en cualquiera de sus calas.
7. Alquilar unas hamacas con sombrilla en la Playa de Poniente y dedicarte a leer un buen libro entre chapuzón y chapuzón.
8. Contemplar el abrumador skyline de rascacielos circunvalando la playa.
9. Ver la puesta de sol desde El Mirador de Benidorm, con vistas a las playas de Levante y Poniente.
10. Recorrer la playa de lado a lado antes de desayunar y después hacerlo a la americana, con huevos revueltos y bacon incluidos.
10+1. Alojarse en el casco antiguo, con todo a mano: las tres playas, el tapeo, las tiendas, la fiesta y cualquier otra cosa que puedas imaginar.